Yoshimitsu Yamada
8° Dan, Shihan
Presidente de USAF

Adentro del Aikido: entrevista con Yoshimitsu Yamada, 8° Dan - Segunda Parte

Por Peter Bernath, 7° Dan y David Halprin, 6° Dan


Nota del editor: esta es la segunda parte de una entrevista con Yamada sensei, conducida en agosto de 1998 en el campamento de verano de la región Este de la USAF que tuvo lugar en la Universidad de New Hampshire en Durham, New Hampshire.

Los entrevistadores fueron los co-fundadores de Aikido Online: Peter Bernath, 6to Dan, Shidoin, Instructor en jefe del Florida Aikikai, y David Halprin, 5to Dan, Shidoin, Jefe Instructor de Framingham Aikikai.
Parte Dos: Llegando a los Estados Unidos

Sensei, ¿cómo fue que usted vino a los Estados Unidos?

Hay muchas razones en realidad. La primera por el lenguaje. Yo ya hablaba inglés, no tan bien como ahora pero algo. Esa es una razón. Segundo, yo había estado enseñándole a americanos en las bases militares en Japón, entonces estaba familiarizado con la mentalidad de los americanos. Y también, quería venir a Nueva York. Yo sabía que Nueva York era mi tipo de ciudad. Había conocido gente de Nueva York que ya practicaban y sabían sobre el Aikido. Esa es la razón principal. Vine para la Feria del Mundo en Nueva York en 1964. Originalmente, Tohei sensei iba a venir conmigo a la feria, para hacer unas demostraciones de Aikido en el pabellón de Japón pero no pudo venir.

¿Por qué no pudo venir?

Bueno, no sé si debería decirlo, pero se emborrachó una noche y se cayó y se rompió la espalda. Yo creo que pasó como dos semanas antes de que viniéramos. Es por eso que hoy tiene tantos problemas de espalda. Por ese accidente.

¿Así que usted se quedó en Nueva York después de la feria?

Pues, yo no sabía cuánto tiempo me iba a quedar. Yo pensaba que algunos meses, lo que fuera, pero…sigo aquí. Como dije, ninguno de nosotros sabía si era posible enseñar Aikido como una manera de ganarse la vida. Solamente sucedió. Tamura conocía alguna gente en Francia entonces a él lo presentaron. Lo mismo con Chiba en Inglaterra. Sugano se casó con una mujer Australiana y se fue a vivir con ella. Yo sé que a la gente le gusta pensar que había un gran plan del cuartel general pero eso no es cierto. No fue planeado, nosotros lo hicimos solos.
¿Usted estaba casado en ese momento, verdad?

Sí, pero no pude traer a mi esposa sino hasta después. No tenía dinero. Y luego estaba teniendo muchos problemas con mi visa. Tenía un abogado incompetente. Si él me hubiera conseguido una visa de turismo de primeras no hubiera tenido ningún problema para conseguir la green card o permiso para trabajar. En esa época era fácil. Pero yo tenía un tipo especial de visa de intercambio cultural. Ese tipo de visa ya no existe, pero como yo tenía una, se me hizo muy difícil conseguir la green card. No sabía cuándo me iban a echar.

Luego, con mi familia aquí, especialmente con mis dos hijos que nacieron y se criaron como ciudadanos americanos, tuvieron que pensarlo antes de poder echarme. Porque ellos tenían la obligación de proteger a los ciudadanos americanos. A ellos no les importaba yo, mi esposa, y Mika, mi primera hija que había nacido en Japón. Solo les importaban mis dos hijos nacidos americanos. Una vez me dijeron, “OK, deje a sus dos hijos que son ciudadanos americanos aquí y váyase para su casa. Usted, su esposa y su primera hija deben irse para su casa, ¡increíble! Entonces tuve que inventarme muchas excusas sobre mis dos hijos y porque yo no podía irme. Esa fue la única razón por la cual me dejaron quedar.

La primera escusa que usé fue que si me devolvía para Japón, no iba a ser capaz de producir dinero suficiente para sostener a mi familia. Mi compañía, que era el Aikikai, Hombu dojo, no podía pagarme dinero suficiente para sostener a dos ciudadanos americanos. Entonces tuvieron que pensarlo. Por supuesto, yo tuve que pedirle a cuartel general que me escribiera una carta diciendo cuánto podían pagarme si me devolvía y trabajaba en el cuartel general. Luego llevé la carta a inmigración y les tomó tres o cuatro meses tomar la decisión. Finalmente dijeron que no, que me tenía que ir.

Luego, la siguiente escusa, si mal no recuerdo, fue sobre la salud de los niños. Dije que Japón era demasiado húmedo, no era un buen lugar para criar a un bebé ciudadano americano. Y luego lo pensaron de nuevo. En esa época uno de mis estudiantes trabajaba en inmigración. Cada vez que iba al escritorio y veía mis documentos, los ponía al final de la pila (risas). Intenté de todo, no sé cuántas veces fui a inmigración. Lo detestaba.

Ahora, si hubo algo que el presidente Nixon hizo bien, fue cancelar el programa con la visa de intercambio cultural. Así que, de pronto, no tenía ningún estatus. Era libre. Porque cuando uno es residente, ya no puede cambiarlo. Así de simple. Es la ley. Entonces en ese momento, lo primero que se necesitaba era permiso del departamento de trabajo. Entonces obtuve el permiso tanto del departamento de inmigración como del de trabajo. Lo que hicieron fue poner un anuncio en el New York Times…si alguien tenía un mayor rango que yo en Aikido, si así fuese, si un americano aplicaba, no me daban la visa. Fue por eso que tuve que mandar a mi familia de vuelta a Japón, aunque fueran ciudadanos americanos y tuvieran pasaportes americanos, porque no sabía cuándo me iban a sacar del país y no quería que se quedaran estancados aquí sin mí. En esa época se podía ir a Canadá por un día y volver como turista. Pero yo no tenía visa de turista. No podía hacer eso. Si salía del país, estaba acabado. No podía volver en dos años. Fue por eso que mandé a mi familia de vuelta.

¿Cuánto tiempo tuvieron que estar por fuera?

Pues ellos comenzaron la escuela allá. Fue una buena cosa que mi familia pudo hacerse cargo de ellos. No había manera de poderlos mantener con mi salario de Aikido. ¿Cómo? Me siento mal por mi familia. No tengo muchos recuerdos con mis hijos. Estábamos separados, y cuando volvieron yo estaba ocupado y no nos iba tan bien como ahora. No podía llevarlos para todas partes. A un seminario…imposible. Una vez llevé a Mika a un campamento de verano cuando era pequeña. Ese es mi gran remordimiento, el tiempo que perdí con mi familia.

¿Cómo eran las clases en el New York Aikikai al principio?

Al principio, como les decía, todos los estudiantes eran ex-judokas y ex-karatekas. Eran las únicas personas interesadas. No hacíamos publicidad. También había gente de Tai chi. Mientras enseñaba, podía oírlos discutir sobre todo en los vestidores, las técnicas, la efectividad. Había un tipo, Lou Kleinsmith, era un instructor de judo y un profesor de Tai Chi, y algo sospechoso. Siempre les estaba diciendo “Así es como funciona realmente, bla, bla” y enseñándoles algunos trucos o algo. Por supuesto no era Aikido (risas).

Entonces, por esa época, el Karate había comenzado su auge. Yo tenía buenas relaciones con todos los profesores de karate, así que cada vez que tenían un torneo me invitaban para hacer demostraciones en Madison Square Garden y otros lugares. Casi cada semana me invitaban. Por supuesto no me pagaban pero era una buena oportunidad para divulgar el Aikido.

Entonces la gente que veía las demostraciones…

Sí. Cada vez que hacía una demostración les encantaba. Luego de ver karate por tres o cuatro horas estaban cansados de él y querían ver algo nuevo, diferente. Entonces yo entraba en el escenario, no me quedaba mucho, solo bam, bam, bam y acababa. La gente nunca había visto algo similar. Les encantaba. Al siguiente día venían al dojo.

Entonces eso en realidad le ayudó al dojo a comenzar.

Sí, porque esa es la única manera de hacer publicidad. Es la única manera de mostrarle a la gente lo que es el Aikido. Es por eso que no me gusta hacer demostraciones hoy en día. Hice tantas que me harté de ellas. Fue demasiado. Pero en esa época aprovechaba todas las oportunidades. Hice demostraciones al sur de Bronx, en el concreto. Era invierno, entonces tenía unos guantes negros. Me acuerdo de un tipo diciendo “Oh, él es un asesino, tiene los guantes negros!” (Risas) En esa época la gente tenía ideas locas sobre las artes marciales. Ustedes saben, ellos copiaban a Bruce Lee de las serie de televisión que tenía.

¿El avispón verde?

Ese mismo. Ese show ayudó mucho a popularizar las artes marciales, muy interesante. Y este otro sujeto...hicimos una demostración juntos, la estrella de cine...hace de Texas Ranger ahora.

¿Chuck Norris?

Sí, ese, Chuck Norris. Un buen tipo. Hacíamos demostraciones juntos. Le gusta el Aikido. Hicimos una demostración en el Hilton de Nueva York una vez. Hice una demostración con un profesor de karate una vez. Salí después de él. Fue chistoso, mis estudiantes eran tan malos. Él hizo esa demostración donde él podía quitarle la cabeza a las botellas de whiskey con las manos...bam, bam, bam. Entonces todos mis estudiantes estaban haciendo chistes diciendo, “la gente de karate le corta la cabeza al whisky primero y la gente de Aikido viene luego y se lo toma. (Risas)

Suenan como días salvajes.

Si... fueron salvajes…

¿Quiénes fueron algunas de las personas que iniciaron el dojo?

Bueno, vamos a ver. En el principio yo no tenía un lugar donde vivir, así que dormía en el dojo, en el vestuario…con Angel Alvarez. Angel fue un uchideshi. Era un muchacho de trece años. Iba al colegio. No me acuerdo exactamente como terminó yendo al dojo. Tendría que preguntarle. Pero en el dojo viejo, nosotros vivíamos juntos. Él se iba al colegio después de clase. Era encantador, un chico inocente, ¿saben?

Eso es difícil de creer. (Risas) ¿Él fue el primer uchideshi en New York Aikikai?

Más o menos, sí. Él fue el primero.

Entonces él estuvo allí antes que Harvey.

Sí. Harvey llegó después de Harry McCormack. Yo creo que Harry lo introdujo al Aikido. Mike Abrams ya estaba allí. Él estaba en su último año de la universidad, algo así.

¿Cuántos miembros había en New York Aikikai durante los primeros años?

Quizás había cincuenta miembros que en verdad pagaban. Como había dicho, en esos tiempos no les alcanzaba el dinero de alquilar un apartamento para mí. No había dinero de sobra…sólo lo justo para pagar el alquiler y la luz. Yo había traído dólares desde Japón. De lo contrario, yo no hubiese durado.

Le dije una mentira a mi padre cuando yo llegué, que yo iba a estudiar en Columbia University. Así es como obtuve el dinero de mi padre para poder quedarme. Fui solo por un día. (Risas) Tomé un curso de inglés. Todo lo que me enseñaban era, "This is a pen ... Is this is a pen?". Y yo me dije, “¿Qué demonios…?” (Risas) No necesito pagar una matrícula para esto. Ya yo sé lo que es un “pen”! (Risas). Prefiero ir a un bar para aprender el inglés de vivir el día a día. Y eso es lo que hice. Así es como mejoré mi inglés. Pero tuve que mostrarle a mi padre que yo estaba yendo a la universidad. Por eso me enviaba dinero.

¿Cuándo comenzó a pensar en fundar el USAF?

Lo considere por dos razones: una es por la separación de Tohei Sensei con el Aikikai. Teníamos que tener nuestra propia identidad. También por la fundación del International Aikido Federation. Casi que fuimos forzados a unirnos con ellos rápidamente. No nos habían informado de ello sino después que todo había sido establecido porque era más una situación europea. Así que Chiba nos preguntó si íbamos a unirnos y dijimos OK. Entonces él dijo que teníamos que formar una federación nacional para poder aplicar como miembro. Es por eso que empezamos. Tuvimos que tener tantas reuniones para repasar todo. Yoshioka en Hawái cooperó. Juntamos un grupo bastante bueno. Bill Witt, Frank Doran, Bob Nadeau ... y el grupo de la Costa Oeste.

¿Quiénes eran los Shihan en esa época?

Kanai Sensei por supuesto. Akira Tohei Sensei estaba en Chicago ya para ese tiempo…él estaba en Hawái anteriormente por un largo tiempo. En realidad él estaba en Hawái cuando yo estaba en camino hacia Nueva York, en 1964. Pasé a visitar y verlo. Lo mandaron por dos años a Hawái. En esa época él era el alumno directo de Koichi Tohei. Es por eso que Tohei Sensei lo envió para allá. Entonces regresó a Japón por un tiempo, y luego se fue a Chicago.

¿Así que el USAF fue formado luego que Koichi Tohei Sensei se separó del Aikikai?

Sí, fue después. Ya teníamos una especie de afiliación de la Costa Este, pero nada nacional.

Supongo que esos tiempos fueron difíciles, cuando se fue Koichi Tohei.

Sí. Fue una separación grande. Algunos de los instructores japoneses se fueron con él. La mayoría eran los estudiantes directos y más antiguos de Tohei Sensei procedentes de su pueblo natal. Toyoda fue uno de aquellos que se separó. También este otro sujeto llamado Shuji Maruyama. Primero estaba en Cleveland. Había sido empleado por algunas escuelas de artes marciales allá. Y entonces luego se mudó para Philadelphia. Se fue con Tohei, cosa que fue buena para mí y para Kanai. Él era un dolor de cabeza. (Risas)

En cierta forma yo odiaba tener que ver ocurrir la separación porque yo no sabía cómo ni porqué exactamente fue la razón por la cual Koichi Tohei cambió su forma de pensar sobre Aikikai. Pero ... él fue un buen líder. Tenía carisma. Era fuerte, positivo. Él siempre decía todo de forma directa. Era muy amable, un jefe de trato fácil. En cierta manera yo odiaba ver que esto ocurriese, pero por otro lado fue un cambio positivo. El Aikido se tornó más claro, el aspecto de la técnica en sí. Es más claro lo que enseñamos ahora. Saben, las cosas de Tohei Sensei's... el brazo que no se dobla, ki, ki, ki ... demasiada filosofía, no lo suficiente en técnica básica. Así que de una manera fue bueno que sucediera. En cierta manera también fue bueno lo que ocurrió con Saotome. Las personas que se fueron con él…fue una limpieza de nuestra casa, por decirlo de una manera.

Así que aun cuando tenía una relación cercana y personal con Koichi Tohei, usted no quiso separarse.

Se lo dije de forma directa. Él estaba tan seguro que yo iba a ir con él. Fue un gran, gran, gran error de cálculo de su parte. No había ninguna duda en su mente que yo le iba a apoyar. Yo tenía mucha influencia... él creyó que iba a poder tener todo el país de los Estados Unidos. Le escribí, “Yo le respeto positivamente, aún le considero un maestro, pero he escuchado diferentes lados de esa historia de porqué usted está dejando la sede central. Tengo una responsabilidad hacia mis alumnos. Si fuese por mí solo, quizás me iría con usted, pero yo no puedo.” Y esa es otra cosa buena de él. Me escribió de vuelta con una carta bonita diciendo, “Entiendo su situación, la cual es muy clara.” Él fue muy amable, así que no tuve ningún problema. Pero él sí pensaba que no había ninguna duda en que yo iba a ir con él.

¿Él pensó que los otros también irían con él?

Eso no lo sé. Quizás. Yo creo que él es un hombre con mucha confianza…él pensó que los Estados Unidos era para él, así que quizás fue lo que él suponía, pero no ocurrió así. Aún en Hawái, que era como su propio territorio, tampoco lo hicieron. Yoshioka estaba más o menos el encargado de allí, pero él no se iba. Yoshioka era un tipo muy anticuado. Su mentalidad era muy leal, saben, la sede central era la sede central. La sede central viene primero. Es nuestro deber. Personalmente a mí me cae bien Tohei Sensei. Pero yo estoy en una organización. Algunas personas se separaron y se fueron con él, pero luego se separaron de él. Todo el mundo hizo lo que él hizo.

Eso es interesante. Cuando las personas se separan, a menudo se vuelven a separar.

Es como una reacción nuclear, separar, separar, separar.

¿Piensa que como resultado, las personas que se quedaron enfatizaron más el aspecto técnico de Aikido?

Sí. Las personas más desenfadadas o despreocupadas tenían una atracción hacia Tohei Sensei. La gente que no quiere practicar tan duro, los que no quieren sufrir. Así que él las atrae con esa filosofía de enseñar. Era fácil de hacer. El entrenamiento no era tan duro. Es por eso que digo que fue bueno, la forma en que sucedió. Aquellas personas se fueron con él, y nosotros no las necesitamos. Por supuesto que Tohei Sensei tenía muchas cosas buenas que ofrecer. Muchas de las cosas que hago ahora, yo las aprendí de él. Pero de ninguna manera podía hacer solamente eso el cien por ciento del tiempo. Imposible. Pero él nos dio muchos puntos buenos. Útiles. De eso no hay duda. Eso no se cuestiona. Pero a mí no me gusta ser parcial ni insistir en que solamente se debe hacer de una manera.